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Ingleses, conexiones y la falta de ética de nuestros empresarios

La Inglaterra (¿des?)conectada

Emilio Cárdenas en La Nación hace una interesante lectura del Brexit. Entre otras cosas dice: “La libra está en su nivel más bajo de los últimos treinta años, perjudicando a sus tenedores, que han visto evaporarse velozmente buena parte de su poder adquisitivo. Las acciones de los bancos europeos cayeron de inicio un fuerte dieciocho por ciento. La sombra de la crisis del 2008 ha vuelto a aparecer (…) es también bastante previsible que la propia Unión Europea se transforme en una organización algo más proteccionista. (…) la utopía de una Europa sin Estados-nación y sin conflictos, dirigida por una elite que nadie eligió en las urnas no tiene el respaldo de la gente.” Gran columna de Eduardo Febbro en Página12 que comienza de la siguiente manera: “Gran Bretaña y su monumental Brexit se han unido a nuestra frágil Argentina con su poderoso esfuerzo de salirse de la Unión Europea y, por consiguiente, del mundo. Peronistas o kirchneristas perseguidos, proscriptos, procesados o calumniados, ex ministros pisoteados o burlados, no se sientan tan solos: una gran nación europea se sumó a la solitaria galaxia de los países que, por una u otra razón, asumen decir ‘no’.” En Clarín María Laura Avignolo explica las posibles alternativas que impedirían cumplir con la fuga de la Unión Europea.

Observaciones

La desconexión de los ingleses es impactante, da mucha tela para cortar y esto se verifica con los histéricos artículos que se redactan en los principales medios de eso que se suele llamar mundo. Existen, eso sí, otras diferencias, además de las que muy bien acusa Febbro en su columna. La desvinculación británica en buena medida se produjo como rechazo al dominio de Londres y de las finanzas que nutren su dinámica económica como centro financiero de primer orden mundial.

La salida de la Unión Europea puede tener algún impacto en este rubro, pero no de manera determinante. Como el Rick Grimes del capítulo piloto de The Walking Dead los ingleses tal vez extiendan de mejor manera su vida por estar aislados pero conectados a los tubos que les nutre con lo necesario para volver a presentar batalla. Por otro lado, no sólo de las finanzas vive la economía británica, registremos que cuentan con potentes industrias multinacionalizadas que –o sorpresa- elevaron la cotización de sus acciones la mañana posterior al Brexit, por la mayor competitividad que obtuvieron tras la caída de su moneda (los ingleses no comen vidrio y por eso conservaron su soberano signo monetario).

Hablamos de “nenes” como GlaxoSmithKline, Diageo o la compañía de tecnologías ARM. Empresas que agregan valor real a productos reales que se manufacturan en Inglaterra y se venden en mercados externos. En nuestro caso, lamentablemente, no se contó con actores de esta envergadura para vivir de mejor manera nuestro No, por motivos que señalaremos abajo, pero también por el corset de un atraso cambiario al que no le pudimos encontrar la vuelta.

Merecen otro tipo de evaluación las operaciones que apuntan a desconocer la voluntad mayoritaria de los británicos. Cabe recordar el caso de Grecia, que fue obligada por la Unión Europea a aceptar los planes de austeridad, pese al rechazo manifestado por el 60% de su pueblo. También el caso italiano, de Silvio Berlusconi, cuya crónica por El País de España, del 12 de noviembre del 2011, nos ahorra cualquier tipo de comentarios: “dimitió finalmente como primer ministro del Gobierno de Italia. No lo hizo por haber perdido la mayoría parlamentaria ni por estar inmerso en cinco procesos judiciales por inducción a la prostitución de menores y fraude fiscal. Solo aceptó marcharse después de que la Unión Europea (UE) y los mercados pidieran su cabeza al presidente de la República, Giorgio Napolitano, a cambio de tender la mano a una Italia en quiebra.”

Los mercados existen y se imponen por arriba de los pueblos, de la ley, de los parlamentos y de la democracia. Fuerte, ¿no?

La falta de ética (protestante) de los empresarios argentinos

En Clarín Fernández Canedo reconoce que no se aprecian señales de “un segundo semestre dorado de actividad” pero cita a Dante Sica que “destaca que en cuatro meses de este año se produjeron más fusiones y adquisiciones de empresas que en las registradas en los dos años anteriores (…) Toda operación de ese tipo, a su vez, genera nuevas inversiones.” Ámbito informa sobre autocrítica empresarial de carácter ético en cumbre celebrada por nuestra…¿burguesía?

Observaciones

Recomendamos a Fernández Canedo que lea un poco más los documentos de la CEPAL. En uno reciente, sobre La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2016 se brinda mucha data relevante. Destacamos dos puntos, uno de las cuales (el segundo) viene a cuento de lo que dijimos sobre los ingleses.

Desde aquí siempre señalamos que las inversiones extranjeras directas (IED) son en buena medida un buzón promovido por organismos multilaterales de crédito cada vez más divorciados de la economía real y siempre desinteresados de las características particulares de las diversas economías nacionales. Las IED sirven en tanto se traduzcan en inversión bruta con reales transformaciones en la economía real, con el cuidado de advertir que aún en este caso pueden impactar negativamente por el déficit que generan las remisiones de utilidades o maniobras con similar efecto: girar las preciadas divisas a los países matrices.

En sintonía con lo indicado la CEPAL advierte que solo un tercio de la inversión extranjera directa crea nuevo capital físico, el resto implica fusiones y adquisiciones que no lo aportan necesariamente (por el contrario, muchas veces, como sabemos quienes habitamos en economías dependientes, ajustan el capital físico). Otra cosa se desprende del informe de la CEPAL: las empresas argentinas (las de esa gente que tanto autocrítica hace sobre asuntos no empresarios) casi no existen fuera de nuestro país como inversores directos en economías foráneas, operando muy por detrás de brasileños, chilenos, colombianos e, incluso, parece, venezolanos. Tremendo.

Registremos que cualquier tipo de NO que intentemos lanzar a eso que se llama mundo, y que en verdad es el imperio de la timba financiera, se complica sustantivamente si no contamos con glaxosmaithsclains, daiegos o aerreemes. Menos autocrítica ética compatriotas empresarios, anímense de una buena vez a competir afuera (y a los dirigentes a crear los incentivos para que lo hagan, claro).

 
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