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Misceláneas

El New York Times, Newsweek y El País de España, entre otros medios, destacan el ascenso de Steve Bannon, en especial por el lugar que Trump le concedió en el comité de directores del Consejo Nacional de Seguridad en desmedro del director de inteligencia nacional y del presidente del Estado Mayor Conjunto (el nombramiento de Bannon escandaliza porque es un asesor político, al que se coloca ahora a la par de los principales asesores militares y los secretarios de Estado y de Defensa. La movida que lo favorece y perjudica al jefe militar y al de los espías se interpreta como un fortalecimiento de Bannon, pero sobre todo del asesor de seguridad nacional Michael Flynn. Este último es coautor de El Campo de Batalla, obra conspirativa en la que describe una alianza internacional –que incluye a Bolivia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, atención dirigencia latinoamericana- que trabaja para destruir a su país. Manifiesta allí grave desconfianza contra Putin, pero recientemente moderó esta impronta, por estimarlo posible aliado contra el archienemigo musulmán. Incluso en una entrevista a RT -nada menos- afirmó que la lucha vigente no es entre Este Vs. Oeste, sino más bien entre Norte Vs. Sur, disputa en la que no descarta -“tal vez”- alguna colaboración sudamericana. Lo dicho, para Flynn el enemigo es el Islam y anticipa que el conflicto civilizacional no durará menos de 100 años).

The Atlantic evalúa el impacto de las decisiones de los jueces federales norteamericanos que impiden que la orden ejecutiva de Trump dirigida contra los refugiados e inmigrantes provenientes de determinados países de mayoría musulmana se materialicen en toda su extensión (¿Qué tienen en común los 7 países afectados por la prohibición de Donald Trump, a saber Irak, Libia, Somalia, Sudan, Siria, Yemen e Iran?  Zais Jilani nos responde contundentemente: todos ellos sufrieron bombardeos o intervenciones violentas por parte de Estados Unidos. ¿Por qué países como Turquía, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e Indonesia no figuran en la excluyente lista pese a representar peligros potenciales no menores para la seguridad americana? Rosalind S. Helderman responde sugerentemente: en todos ellos el entramado de negocios de Trump tiene o ha tenido intereses económicos).

Reuters subraya la definición del primer ministro canadiense Justin Trudeau, que caracterizó como un “atentado terrorista contra los musulmanes” al ataque perpetrado contra los fieles en una mezquita de Quebec. El mismo dirigente informó la apertura de su país a los refugiados y perseguidos políticos. Por su parte, La Vanguardia nos cuenta cómo Starbucks, Google, Apple, Microsoft, Netflix, Uber, Airbnb y Facebook adoptan políticas para contratar refugiados, colaborar con organizaciones defensoras de los derechos de los inmigrantes y prestar asistencia legal a sus dependientes extranjeros (bien por el canadiense que se atreve a denunciar la violencia contra las humanidades que más intensa y cuantitativamente padecen eso que suele denominarse terrorismo: los hombres y mujeres que practican el islam o habitan en países mayoritariamente musulmanes. Poniéndome en conspirativo, se me da por pensar si la de Trudeau no es también – o sobre todo- un respuesta soft power contra el hard power económico promovido por Trump en relación a la revisión de los términos del NAFTA. No menos interesante es verificar las acciones –no tan sólo- propagandísticas llevadas a cabo por los nuevos titanes de la globalización económica contra el aislacionista presidente estadounidense…¿continuará?).

Muy interesante columna redacta Gayle Tzemach Lemmon en Los Angeles Times en la que advierte sobre el trabajo de apoyo realizado por nativos de los países en los que se encuentran desplegados soldados norteamericanos, actividad que pone en riesgo sus vidas, transformándolos en muchos casos en peticionantes de refugio político (¿Cuántos de ellos seguirán operando de la misma manera, sabedores que no hay lugar para los débiles en la patria de Trump? ¿Qué nuevos incentivos deberán efectivizarse/incrementarse?)

Deutsche Welle de Alemania indica que el inefable Rodrigo Duterte paraliza su guerra contra las drogas para hacer una limpieza en la policía de su país, “corrupta hasta la médula”. A tal efecto disolverá todas la unidades antidroga en actividad (sobre Duterte escribí aquí y aquí. A partir de las declaraciones del Ministro de Defensa filipino Delfin Lorenzana acerca del ofrecimiento ruso de submarinos, drones y equipos militares de avanzada vale seguir las relaciones entre ambos países. El interés ruso en la región que quiere hegemonizar China penetra por la vía militar y de defensa, antes que por medios económicos. El Oso contiende sigilosamente contra un Dragón resistido por no pocos de sus vecinos, que buscarán diversificar relaciones en la era de retraimiento de Trump).

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