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12 de mayo de 2016

Los que mandan

La canciller Malcorra se hace lobby para alcanzar la titularidad de la ONU. 

Observaciones

Es interesante imaginar un escenario en el que dos importantes foros globales son conducidos por argentinos: la ONU y el Vaticano. Más allá de que sólo uno de ellos tenga poder real, ¿no?

columnistas

Es muy interesante la columna de Carlos Pagni en La Nación. Subrayamos 5 fragmentos: 1) “Macri emitió una señal clarísima: no está dispuesto a negociar las condiciones que, según él, son indispensables para promover la inversión. (…) Macri fijó este criterio económico desde una posición de debilidad.”; 2) “Cristina Kirchner demostró que, aun muy menguada en su poder institucional, sigue condicionando la agenda de su grupo.”; 3) “La adhesión de Massa es significativa porque hoy es el dirigente más importante del universo peronista (…) su liderazgo está determinado por el modo en que resuelve una incógnita crucial: qué estrategia ofrece para la modernización de la economía. O, puesto en otros términos, cómo se define frente a la batería de conceptos y recetas que caracterizaron al populismo kirchnerista.”; 4) “Y a un fenómeno decisivo: la Argentina tiene, con Malasia, Luxemburgo y Turquía, uno de los sistemas laborales más rígidos del mundo. Francia también, pero lo está discutiendo en estas horas.”; 5) “La firmeza de Macri frente al problema del empleo habilita un nuevo interrogante: ¿hasta dónde irá con esa lógica (…) la generosísima exención impositiva de que disfrutan las empresas radicadas en Ushuaia o en Río Grande, lideradas por el importador Rubén Cherñajovsky, está destinada a mantener una ilusión. (..) Nicolás Caputo, gran productor de celulares, tiene parte de su fortuna asentada en ese régimen que su ex socio, el Presidente, suele llamar ‘el curro de Tierra del Fuego’”.

Observaciones

Sobre lo que señala Pagni, advertimos lo siguiente: 1) llama la atención que afirme que el Presidente actúe en “condiciones de debilidad” cuando cuenta con el apoyo del gran empresariado de Argentina más la gobernabilidad política que le garantizan las administraciones del Estado nacional, la provincia de Buenos Aires y la CABA, a lo que se adicionan la simpatía ideológica de los principales medios de comunicación y embajadas centrales diversas; 2) no sabemos de dónde saca Pagni que fue Cristina la que impuso la agenda en las últimas semanas, la ley antidespidos no fue promovida por ella. Al cuestionar la polarización Kirchnerismo-Macrismo, lo que pícaramente hace Pagni es operar para mantener con vida dicha tensión;  3, 4 y 5) los cuestionamientos a Massa, a la “rígidez laboral” y a las políticas de Tierra del Fuego son mucho más estratégicos y de largo plazo. Con ellos busca desarticular las chances de un peronismo unido o con juego frentista al tiempo que apura y mete presión para que se materialicen “soluciones de fondo”, que pasan por el rompimiento de los derechos laborales y las ambiciones de una industrialización dirigida, coordinada o al menos amparada en alguna medida por el Estado. Los celulares de Tierra del Fuego son la excusa para atacar la potencia estatal. Registremos esto.

internacionales

Emilio Cárdenas en La Nación describe las propuestas de Donald Trump en política exterior.

Observaciones

Charles Krauthammer en muy divertido artículo del Washington Post caracteriza como mercantilista a la política internacional de Donald Trump. Según Charly para el candidato republicano todo es cuestión de plata, de allí que la suya sea una receta elemental: para hacer a EEUU grande de nuevo primero hay que hacerlo rico. Por ende, la idea de que intervenga o mantenga bases en otros países se condiciona a que los países “beneficiarios” pongan el financiamiento para tales acciones. Incluso en el caso del Estado Islámico, Trump propone bombardearlos hasta el hartazgo y luego quedarse con el petróleo. El amigo Charles compara su plataforma con el imperialismo español de Felipe II. El muy picante e influyente Joseph Nye, en muy reciente artículo, apunta a una cuestión mucho más disruptiva: Donald Trump es el primer candidato en 70 años que cuestiona el sistema de alianzas norteamericano, vigente desde que Harry Truman trazara el primer diseño, al finalizar la Segunda Guerra Mundial. Joseph hace un comentario que nos gusta: “A menudo los estadounidenses se quejan de los polizones, sin reconocer que su país es quien conduce el bus.” A lo que agrega otra cosa que, creemos, merece seria reflexión: “en un mundo de complejidad creciente, los estados más conectados son los más poderosos.” Aquí creemos que el modelo de Donald Trump, no sólo en lo que hace a la política exterior, se nutre del miedo y la frustración de muchos ciudadanos norteamericanos (no de todos), lo que lo lleva a enfatizar un nacionalismo excluyente y con impronta racista. Es curioso, siempre expresamos adhesión a la posibilidad de un populismo republicano, pero nunca pensamos que estos términos podrían derivar en una oferta como la que hoy impacta en el escenario estadounidense. Otro día nos ocuparemos de las propuestas de Hillary. Lo que sucede en el Imperio nos debe importar a todos.

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