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Leviatán recargado, o La materia, forma y poder de la civilización informacional

El 4 de octubre se difundió una colaboración de Yahoo con agencias de inteligencia norteamericanas, que implicó la creación y ejecución de un programa que escaneó cientos de millones de correos electrónicos de las respectivas cuentas. Es la primera vez que se conoce un requerimiento de semejante envergadura, por el cual se accedió en tiempo real a los mensajes que llegaban a los usuarios de Yahoo. No se sabe qué es lo que específicamente se buscó, tampoco si el mismo pedido se hizo a otros proveedores de cuentas electrónicas.

Capitalismo de vigilancia

De tal manera caracteriza Shoshana Zuboff a la lógica de acumulación que se está imponiendo en la era digital de este siglo XXI, que tiene como elemento fundacional a la big data y por finalidad la predicción y manipulación del comportamiento humano para maximizar ganancias y perfeccionar la penetración y el control de los mercados. Esta lógica imprime una nueva impronta en las relaciones sociales y en las concepciones y ejercicios del poder y la autoridad, en la medida que las conexiones digitales hacen visibles y compartibles las humanidades, los procesos y los eventos que configuran la realidad.

Zuboff examina nuestra existencia en una “civilización informacional” en la que Google descolla con un rol de primer orden, como exponente esencial de la nueva lógica de acumulación y modelo para las startups y las aplicaciones on line. Google accede y organiza los detalles de cada una de las cientos de millones de transacciones operadas en su dominio a través de una estrategia compuesta por cuatro usos informados por Hal Varian, su economista en jefe: extracción y análisis de datos, nuevas formas contractuales, personalización y adaptación y, por último, la experimentación continua.

El sitio web más visitado del mundo es, como consecuencia de esto, un extraordinario receptor de información de las personas que lo emplean, cuyas acciones son analizadas para mejorar los algoritmos y programas destinados a predecir comportamientos e, incluso, incidir en su producción para conectar sus preferencias con las empresas que pueden satisfacerlas.

La extracción y el análisis de datos de Google son unilaterales, totalmente prescindentes del consentimiento del usuario. Las subjetividades son degradadas a objetos mercantilizables, como materias primas que se procesan para retornar como oferta de algún tipo, en una dinámica circular y excluyente, monopolizada lucrativamente por la mayor agencia de publicidad existente. La indiferencia verificada hacia los consumidores por el modelo Google, explica Zuboff, supone un rompimiento con la narrativa histórica de las democracias de mercado occidentales. La clientela de firmas digitales como Google, Facebook o Baidu está compuesta por los anunciantes, los usuarios son surtidores de datos antes que consumidores o potenciales trabajadores, por ende no existe intercambios ni reciprocidad con ellos.

El economista en jefe de Google también espera que el análisis de antecedentes personales permita escribir contratos especialmente basados en las trayectorias. La confianza social y el consentimiento del co-contratante son eliminados o vaciados de contenido, y la autoridad  conformada por los valores socialmente compartidos es reemplazada por técnicas de control y de predicción de los comportamientos. La búsqueda del control perfecto aniquila la incertidumbre y falibilidad humanas, y con ellas la libertad.

Zuboff describe una arquitectura universal y ubicua que registra, modifica y mercantiliza las experiencias cotidianas, las comunicaciones y las propias intimidades, a la que califica como “poder soberano del futuro cercano” y bautiza como el “Gran Otro”. Distingue el Gran Otro de los totalitarismos del siglo XX por la mayor extensión de su alcance, y de la propuesta panóptica de Bentham por una infinidad de puntos de control que exceden la observación solitaria y física. La filósofa y psicóloga social sostiene que la tecnología de poder de la nueva lógica de acumulación prioriza por sobre la propiedad de los medios de producción, la de los medios de manipulación de comportamientos.

Zuboff advierte sobre una redistribución de los derechos a la privacidad, que los concentra en un reducido grupo de “capitalistas de la vigilancia” que privan a los genuinos titulares de la elemental libertad de decidir qué puede ser público y qué debe mantenerse en secreto. Estos capitalistas explotan a su favor la demora de comunidades y reguladores en comprender la intensidad de los cambios para imponer límites a sus intervenciones. La soberanía del Gran Otro descarta la legitimidad democrática, habilitando relaciones sociales propias de los regímenes absolutistas premodernos.

Una  nueva frontera de negocios emerge, en la cual la observación y el análisis en tiempo real de las conductas apuntan, por medio de la experimentación continua, a cambiarlas en forma inmediata para orientar la atención de los cosificados usuarios a determinados bienes y servicios, los de las empresas que pagan para que sus anuncios obtengan la máxima efectividad.

Las entidades que están a la vanguardia de los análisis predictivos y de detección de patrones de comportamiento son Google y la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de los Estados Unidos de América.

Poder y responsabilidad

El ex Consejero General de la NSA Stewart Baker afirmó que el poder de los proveedores de cuentas electrónicas para encriptarlas viene acompañado de la responsabilidad “de hacer algo del trabajo que ha sido llevado a cabo por las agencias de inteligencia”. Por su parte, Michael Hayden ex Director de la NSA y de la CIA declara que la obtención de correspondencia electrónica del partido político de un país adversario constituye un “honorable espionaje estatal”: “es buen material de espía, lo que perseguimos todo el tiempo”.

Un ecosistema informativo global está expuesto a las actuaciones cómplices de gobiernos y corporaciones digitales, con intereses convergentes que permiten a unos ampliar las injerencias invasivas y el secuestro de datos considerados gravitantes para la seguridad nacional, y a otros adicionar nuevas poblaciones cuyos deseos y apetitos son susceptibles de monetizar. ¿Es muy descabellado conjeturar manipulaciones masivas dirigidas a modificar preferencias político-económicas, para producir cambios de regímenes o gobiernos? En definitiva, la NSA ha monitoreado las llamadas de por lo menos 35 líderes mundiales y espiado a millones de ciudadanos de Brasil, Alemania y diversas partes del mundo. Otra de las características del capitalismo de vigilancia es la disolución de los límites que apartan lo público estatal de lo privado empresarial.

Es interesante subrayar que el jefe de seguridad de Yahoo renunció al enterarse de la complicidad entre su firma empleadora y los servicios de inteligencia estadounidenses. Fue contratado por Facebook. La decisión de invadir la privacidad de los usuarios de Yahoo fue adoptada por la CEO de la compañía, que manifiesta haber cumplido con un mandato judicial. Ambos, sin embargo, persisten como engranajes de una ingeniería que, como aquella definición medieval de Dios, es una esfera infinita, cuyo centro se halla en todas partes y la circunferencia en ninguna.

Por Fredes L. Castro

20 de Octubre de 2016

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