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Columnistas

Fernando Laborda destaca la buena imagen de Macri, que se encuentra segundo entre los presidentes de la regíon, sólo por debajo de Kuczynski, el recientemente electo Jefe de Estado del Perú. Según Laborda: “ayuda al Gobierno un extraño equilibrio, derivado paradójicamente de las críticas que le llegan desde ambos lados del arco ideológico. Desde el kirchnerismo y la izquierda se acusa a Macri de ser un insensible, preocupado sólo por los ricos, pero desde sectores promercado se le atribuye a su gobierno un escaso compromiso con la baja del gasto público y el hecho de que hoy existan más beneficiarios de planes sociales que durante la era kirchnerista.” 

Observaciones

De acuerdo a los números que ofrece Laborda el presidente argentino tiene un nivel de adhesión tres puntos por arriba de Evo Morales, que gobierna Bolivia desde el 2006, y 9 puntos por encima de Rafael Correa, que hace lo propio desde el 2007 en Ecuador (49% contra 46% y 40%, respectivamente). Desde ese punto de vista, la cosa no resulta tan sorprendente. O sea, en menos de un año parece revelar casi el mismo desgaste que Evo en una década y unos puntos menos en relación a Correa, que gestionó casi el mismo tiempo que el boliviano.

 

Pero otra cosa me interesa subrayar, el hecho de que los gobiernos de derecha en Argentina nunca fueran superavitarios de modo alguno, por el contrario gastaron más y produjeron menos. Una combinación de incompetencia, despilfarros, ajustes impositivos regresivos y nuevas demandas ante la desarticulación social de sus medidas (menos empleo te lleva a incrementar recursos en “planes” y políticas de contención), más atrasos cambiarios y aperturizaciones irresponsables produjeron mayores déficits fiscales y de la balanza comercial (más importaciones que exportaciones). El incremento del gasto y la multiplicación de planes sociales no son cosa que riñe contra las políticas libremercadistas, por el contrario son su consecuencia natural.

En todo caso, lo que debe ser tenido en cuenta es, por un lado, el destino del gasto social y la intermediación (¿se hacen más escuelas o se financian más comedores? ¿lo gestionan agentes estatales u organismo privados a los que se terceriza la función?), por otra parte qué poder adquisitivo admiten las transferencias monetarias a favor de los más vulnerables (¿les da para algún gustito o lo justo para parar la olla con fideos y fideos?). Ah, otra cosa, siempre hubieron talibanes que acusaron cualquier ajuste como insuficiente, su rol es el de simular que puede haber algo peor, que eso que hace ese Gobierno no debe asustar, porque no es de verdad un verdadero (valga la redundancia) gobierno de derecha . Eso, nada más.

Internacionales

En La Nación Silvia Pisani describe un particular momento en EEUU, como consecuencia de un crecimiento económico que no logra reducir el malestar de buena parte de sus ciudadanos.

 

Observaciones

 

¿Qué sucedió con el sueño americano? ¡Se ha vuelto realidad!”. Le responde el Comedian a  Nite Owl en una fenomenal escena de la no menos fenomenal versión cinematográfica de The Watchmen, mientras dispara a lo pavote, descontroladamente, a un grupo de manifestantes. Lo que nació como una liga de justicieros, organizados para la defensa de los más débiles, terminó convirtiéndose en un grupo de mercenarios, una fuerza represiva más. El sueño de una sociedad más justa se desnaturalizó porque los medios terminaron sustituyendo al fin originariamente propuesto, hasta que ese fin  -el ideal de justicia- se anuló definitivamente. Sólo quedó en pie una feroz ingeniería punitiva de control y disciplinamiento.

 

Con el crecimiento económico, sospechamos, sucedió algo similar. Era uno de los medios para lograr sociedades más justas. Pero en algún momento se transformó en El Medio y, en otro posterior, en El Fin. Los agentes de las burocracias multinacionales, entre otros, operaron para producir esta mutación (con mucho menos inocencia que los watchmen, y con más crueldad y alcance letal que el Comedian). Buena parte de los ciudadanos norteamericanos están descubriendo esto, que la oferta del crecimiento económico es una truchada que enmascara muy buenos negocios para reducidos grupos de gentes. Que el sueño americano se transformó en una pesadilla por haber cobrado realidad la verdad oculta detrás de los discursos que aseguraban felicidades ahí nomás, porque el crecimiento las generaría.

 

En fin, que el crecimiento económico de ningún modo genera sociedades más justas. Para obtener sociedades más justas hay que distribuir con mayor grado de justicia los recursos. Es algo elemental. De lo contrario pasa lo que pasó aquí en los 90 y -con mucho menor irresponsabilidad- en Estados Unidos desde los 80: en los años de crecimiento la guita se concentra en reducidos grupos, en los de recesión las pérdidas afectan más a los de abajo. En la peli, todo esto que tipeo es más claro y divertido. Mírenla che.

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