Misceláneas
El País de España (entre otros muchos medios del mundo) nos cuenta sobre el encuentro entre el Secretario de Estado de EEUU Rex Tillerson con el presidente chino Xi Jinping. Observaciones: La muy llamativa nota “de color” del encuentro pasa por las palabras empleadas por el subordinado de Trump, al describir la relación entre Estados Unidos y China como “una relación muy positiva basada en la no confrontación, el conflicto, el respeto mutuo y siempre en busca de soluciones ganador-ganador.” Se trata de los términos con que el propio presidente chino describe su entendimiento acerca de cómo deben ambas potencias construir su vínculo. ¿Por qué motivo Tillerson “compró” y empleó la narrativa china en el Propio Reino del Medio? Si hemos de creerle a Jonathan Swan, los chinos harían bien en sospechar tanta amabilidad y ponerse sensatamente paranoicos, porque el informante en cuestión anticipa decisiones muy fuertes de la administración Trump contra China en las próximas semanas, en la muy sensible industria automotriz (habría sido aconsejado al efecto por Steve Bannon y Peter Navarro). Sin embargo, más importante que esto fue otro pronunciamiento del Secretario, brindado al único medio que lo acompañó en la gira, el Independent Journal Review. En la respectiva entrevista declaró que su gobierno sigue apostando a la desnuclearización de la península coreana, pero “las circunstancias podrían evolucionar hasta el punto de que, por razones de disuasión mutua, podríamos tener que reconsiderar esto”. En la misma entrevista indica que una Corea desnuclearizada elimina toda necesidad de Japón de contar con armas nucleares. De donde se deduce que la evolución que sugiere implica un Japón con armas nucleares. ¿Cómo interpretarán estas expresiones chinos y, especialmente, japoneses?
La Nación alude a la confirmación efectuada por el FBI acerca de la investigación promovida para indagar sobre los lazos de la campaña de Donald Trump con Rusia. Observaciones: Imposible tener una clara idea de lo que sucede en la guerra que tiene lugar entre la Casa Blanca y los servicios de inteligencia que -en teoría- le están subordinados. Según el Wall Street Journal fuentes anónimas le confirmaron que los organismos le ningunean data al presidente en los informes que le presentan, por la escasa confianza que le tienen. Glenn Greenwald afirma que es la CIA la agencia más determinada a golpear la figura presidencial, “utilizando tácticas sucias de la Guerra Fría”, en complicidad con medios de comunicación dispuestos a difundir cualquier cosa que los propios espías le facilitan y con buena parte de una dirigencia demócrata que no asimila aún la derrota que les infringió el especulador inmobiliario. Para Greenwald se trata de una batalla en la que la CIA y la NSA pelean para mantener inalterable el orden internacional existente desde hace décadas, que tan bien responde a sus intereses, amenazado por el impredecible Donald Trump.
Gran Bretaña y Alemania preparan un acuerdo defensivo “para dejar en claro que los ingleses no darán la espalda a Europa”. Observaciones: El Brexit afecta la credibilidad de Europa como actor militar, y posiblemente altere el equilibrio de intereses entre los países más preocupados por el terrorismo y las migraciones extranjeras y aquéllos -los bálticos, en primer término- a los que les importa prioritariamente la amenaza rusa. Los británicos se contaban entre los más críticos contra el avance ruso. Habrá que ver si se alteran, también, las injerencias extracontinentales europeas, o la intensidad de las mismas. ¿Promoverá Francia (con acompañamiento español) un mayor involucramiento con la geografía africana en detrimento del Medio Oriente que importaba e importa más a Gran Bretaña? ¿Intentará París sustituir a Londres como puente entre la Unión Europea y la OTAN? Con el acuerdo que pronto vería la luz, los británicos dejan en claro que aún tienen voz en el continente y los alemanes informan que Berlín no cederá espacios que maximicen sobremanera el radio de acción de la siempre ambiciosa París.