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Europa en llamas

El atentado criminal en Niza, con un saldo de decenas de muertos y cientos de heridos y el fallido (sumamente curioso) intento de golpe de Estado en Turquía, con casi 300 personas muertas, denuncian un estado de cosas verdaderamente crítico en el escenario político europeo, con verdadero peligro para la democracia y las libertades ciudadanas de sus habitantes. Aunque dispares a primera vista, se pueden advertir similitudes en ambos casos.

Una democracia con “pies negros”

Christian Estrosi fue elegido a fines del 2015 como presidente de la región Provenza-Alpes-Costa Azul, luego de su desempeño como alcalde de la ciudad costera de Niza. En la función municipal se destacó como un verdadero (e impresentable) duro de la política gala. Entre otras cosas, intentó prohibir la presencia nocturna de personas sin hogar en las calles, así como la exhibición de banderas argelinas durante el mundial organizado por su país. También denunció la emergencia islamista en Francia como una quinta columna que amenaza la civilización judeo-cristiana. La dirigencia socialista lo apoyó por configurar la opción moderada en la disputa electoral.

 

Niza fue uno de los principales centros receptores de los pied noirs  (pies negros). Con ese nombre se identificó a los descendientes de europeos que habitaban Argelia durante los años de su colonización. Con la independencia obtenida por los argelinos, más de un millón de pied noirs retornaron a Europa, principalmente Francia, lugar que no los recibió de la mejor manera. Ian Coller sostiene que este colectivo carga con un histórico resentimiento, por percibir que la sociedad francesa los transformó en chivos expiatorios de un pasado del que no quiere hacerse cargo. Aporta una encuesta según la cual el 44% de los pied noirs votaron por el Frente Nacional de Marine Le Pen en recientes elecciones.

 

El dispositivo político galo da lugar a una fuerza antisistema como el Frente Nacional que contiene y canaliza preferencias como la de los herederos de su pasado colonial. La ciudadanía que se avergüenza de alternativas de este tipo tiene a figuras como Estrosi, cuyo discurso y agenda no se diferencian sustantivamente. Los simpatizantes con una agenda progresista, aparentemente, no se presentan a sufragar, en especial los jóvenes.

 

En un marco como el descripto, no debe sorprender que los integrantes de las comunidades musulmanas (argelinos o descendientes de ellos, en buena medida) sientan un aislamiento creciente, una discriminación a veces explícita y otras silenciosa. Olivier Roy explica que los jóvenes de estas comunidades que cometen actos terroristas no se movilizan por fe alguna, sino por un agobiante vacío existencial, una depresiva carencia de sentido en sus vidas. Estas personas encuentran en el islam la mejor oferta disponible para manifestar, de forma extrema, su rechazo a una sociedad que no los representa ni ampara. Precisa Roy que no hay tal cosa como una radicalización del islam sino una islamización del radicalismo.

 

Un sistema político representativo que no despierta interés en los jóvenes y que agravia la participación de las minorías es el sistema de una sociedad quebrada.

 

Un golpe divino

 

Con seguridad que el fallido golpe de Estado que tuvo lugar en Turquía es el más extraño de todos los que ha conocido la nación otomana. No por la notable incompetencia evidenciada por la oficialidad de uno de los ejércitos más poderosos de la OTAN, ni tampoco por el desinterés de los conspiradores en asegurar algún tipo de alianza que garantizara un mínimo de sustentabilidad (no fue apoyado por ningún componente del arco político nacional) sino por la agilidad con que el nunca depuesto Gobierno pudo detectar a sus responsables y cómplices, que se contabilizan ya por miles, entre ellos cientos de jueces. El comisionado europeo de asuntos regionales sospecha que la lista de sospechosos estaba redactada antes del golpe.

 

En el 2013 Burak Kadercan alertó sobre la unipolarización del sistema político turco, puesta en marcha por Erdogan mediante la implementación de una democracia mayoritaria no pluralista en la que los oponentes a su propuesta fueron progresivamente desvestidos de resortes de poder y control. Kadercan describió, en rigor de verdad, una polarización imperfecta, por la concentración de poder en uno de los polos, que contrasta con el vaciamiento de representatividad con que se agrede al archipiélago de oposiciones.

 

El frustrado golpe de Estado intensificará los peores vicios autoritarios del gobierno de Erdogan y ampliará las fracturas sociales existentes, mucho más si el ajusticiamiento de los responsables se transforma en simple excusa para materializar una persecución feroz de los disidentes. Kadercan, en reciente artículo, acusa al presidente turco de instrumentar la narrativa del golpe para reformular las fuerzas armadas, el poder judicial, los estudios superiores, la burocracia y los medios de comunicación a su imagen y semejanza. El profesor del Colegio de Guerra Naval de Estados Unidos afirma que la gran purga recién está comenzando.

 

Hace poco propuse como terrorismo de cerdos aquél en el cual una ciudadanía miedosa, estimulada por gobiernos oportunistas, asume funciones policiales, para infelicidad de sus vecinos y gratificación de líderes autoritarios con pretensiones ilimitadas. La policía turca ha pedido a los ciudadanos de su país que informen a la división de delitos cibernéticos sobre cuentas que parezcan sospechosas de simpatizar con los opositores golpistas.

 

A la hora de definir el golpe de Estado que lo quiso tener como principal víctima, el presidente Recep Tayyip Erdoğan lo definió como “un regalo de Alá”.

 

Cuando el mundo se cae

 

¿Qué sucedería en caso de que la situación en Turquía se salga de control? ¿es descabellado conjeturar con un desmadre similar al de Siria, pero en territorio europeo? ¿no es esto, en definitiva, lo único que preocupa e interesa a los miembros de la Unión? ¿cómo reaccionaría un país como Francia, ante semejante escenario? ¿podría lidiar con crecientes conflictividades fuera y dentro de su territorio? ¿hasta qué punto se degradarían los elementos republicanos, liberales y representativos de los países europeos, de por sí en visible declinación?

 

En una nota publicada por el Washington Post Joseph A. Mussomeli lejos de escandalizarse por las propuestas de Donald Trump las encuentra más que razonables, teniendo en cuenta las agendas defendidas por sus rivales. En ella indica que Donald no pretende hacer un mundo a imagen de los Estados Unidos, en todo caso procura evitar que Estados Unidos asuma la forma que el mundo está tomando.

 

¿Qué tan terrible es coincidir, siquiera parcialmente, con Donald Trump? 

Por Fredes L. Castro

19 de julio

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