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Para Clarín la noticia no es el loco juicio político impulsado por el Ministerio del Trabajo contra los jueces que avalaron la paritaria bancaria, sino los cuestionamientos de Palazzo. Para Ámbito Triaca quiere enjuiciar a camaristas que avalaron suba salarial. En Página12 uno de los camaristas denuncia la existencia de una policía de pensamiento

Observaciones

Es verdaderamente sorprendente esta movida del Gobierno, que confirman distintos medios. Pinta a medida desesperada, poco reflexionada, ¿qué sentido tiene enfrentarse simultáneamente a dos actores de peso como el sindical y el judicial? Una cosa es acusar complicidad entre el “partido judicial” y las corporaciones económicas, elemento nada extraño al repertorio social-populista (con asidero en la realidad, es difícil encontrar fallos ejemplares contra el poder económico en nuestro país, contrario a lo que sucede en el muy capitalista Estados Unidos), y otra muy distinta entre esa entidad y los trabajadores. ¿Esta acción es una advertencia contra el resto de los jueces y sindicatos?, ¿una señal reclamada por el sector timbero/financista local y/o global?, ¿una provocación dirigida a obtener malestares que le permitan al Gobierno conseguir un contradictor que aporte algo de épica mientras esperan el “segundo semestre”? ¿una combinación de esos y otros elementos? Escriban los que posean la respuesta.

Los que mandan

La región

La Nación nos cuenta que el subsecretario de Integración Económica Americana y Mercosur ve más cerca que nunca un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea antes de fin de año. 

Observaciones

El principal escollo para la ejecución de un acuerdo de libre comercio con los europeos pasa por su potente intervención pública en el sector agrícola, que impide una competencia auténtica con nuestras producciones. En este rubro no hay libertad de mercado alguna en el Viejo Continente. Aplican pagos directos que representan en promedio el 30 % de la renta agrícola de sus productores, pero en los casos de crisis se elevan a más del 60 % de la renta. En los momentos difíciles también recurren los organismos públicos en auxilio de sus agricultores, comprando excedentes de su producción. Registremos que más del 40% del presupuesto de la Unión Europea se destina a subsidios para su campesinado (ojo, en Estados Unidos son varias decenas de miles de millones de dólares al año).

Para peor, los pícaros europeos arman combos arancelarios a los productos con algún tipo de valor agregado endemoniadamente complicados, que pueden provocar la existencia de más de 400 aranceles por producto (sistema de tabla Meursing que da lugar a más de 20 mil combinaciones posibles, para enloquecimiento de cualquier exportador, que opera para desincentivar la importación alimentaria más sofisticada). A uno le llamaría mucho la atención que en tiempos de preocupante crecimiento populista de extrema derecha se atrevan las dirigencias europeas a golpear a su ruralidad, habilitando un mayor margen de acción a las denuncias contra la globalización de sus reemergentes fuerzas nacionalistas. Por otro lado, es interesante constatar en estos tiempos que profetizan el fin del trabajo como consecuencia de la automatización, que varios siglos después de la revolución industrial británica las economías centrales han mantenido sectores no competitivos y sus respectivos trabajadores en funcionamiento repartiendo guita a rolete (lo que es una irracionalidad y un atentado contra las reglas básicas del librecambismo).

Mientras ellos hacen esto desde hace siglos, aquí suprimimos cualquier obstáculo a la importación de diversos dispositivos tecnológicos, proclamando libertades que no son otra cosa que buzones que ellos venden pero que inteligentemente aplican con decidida discriminación. Esperemos que los negociadores argentinos y sudamericanos tenganmuy en claro esto frente a sus pares europeos.

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