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Donald Trump está nominado

Por Fredes L. Castro

20 de Julio de 2016

Los delegados reunidos en la Convención Republicana celebrada en Cleveland consagraron formalmente a Donald Trump como su candidato para la presidencia de los Estados Unidos de América. La emergencia de este extrovertido millonario y ex estrella de reality show, que obtuvo la postulación para acceder a la Casa Blanca sin perjuicio de un discurso furiosamente anti-musulmán y anti-hispano, misógino y con expresiones que llevó a algunos a compararlo con Silvio Berlusconi y a otros a considerarlo como una amenaza para las finanzas globales o el preludio del fascismo en Estados Unidos, es uno de los hechos más disruptivos de la política norteamericana de los últimos tiempos.

 

Los blancos de Trump

 

El muro que propone construir Trump para impedir el ingreso de mexicanos a su país, así como la prohibición lisa y llana para que cualquier musulmán intente lo mismo, son ofertas coherentes con la trayectoria de alguien que hizo su fortuna por medio de proyectos inmobiliarios que involucran majestuosas y excluyentes torres.

 

El nominado republicano logró explotar dos miedos esenciales de sus potenciales electores. El primero de ellos, de orden adversarial bélico, que comprende todo lo que tenga vinculación con lo islámico. Esto no debe sorprender, se trata del recorrido que las fuerzas armadas estadounidenses intensificaron a partir del atentado contra las Torres Gemelas, pero que contaba con antecedentes en la primera guerra contra Irak, emprendida apenas concluida la guerra fría contra los soviéticos.

 

Un segundo miedo se explica por motivos socio económicos y a causa de cierta psicología de la declinación. Como señalé en un ensayo anterior, desde 1980 se perdieron 7 millones de puestos de trabajo en el sector manufacturero de Estados Unidos. Este proceso  se potenció a partir del año 2000, cuando el Congreso votó a favor de la normalización de las relaciones comerciales con Pekín, lo que allanó el camino para el ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio. Esta decisión habría significado una pérdida de dos millones de puestos de trabajo, como consecuencia de la mudanza de industrias Made in USA a China.

 

Al mismo tiempo, se consolidó un cambio demográfico que implicó, e implica, un incremento de las poblaciones hispanas y asiáticas en desmedro de los blancos nativos. ¿Ejemplos? En el estado de Nueva México el 47% de la población es de origen hispano, cifra que se eleva al 64% de los habitantes de la ciudad de Miami. Los asiáticos, menos numerosos que los hispanos actualmente, crecen sin prisa pero sin pausa, y se calcula que en el 2055 serán el mayor grupo inmigrante, por sobre los propios hispanos. Estas cantidades y porcentajes informan sobre un creciente poder electoral. El malestar económico de los trabajadores no calificados fue paralelo al cambio de “color” que observaron en sus comunidades.

Una investigación elaborada por dos economistas de Princeton, entre ellos el premio nobel 2015 Angus Deaton, adiciona una información demoledora, que configura una anomalía global entre los países desarrollados: la tasa de muertes de americanos blancos de mediana edad (de 45 a 54 años) que sólo cuentan con título secundario, se ha incrementado de tal modo que arrastra a la baja a todo el grupo de americanos blancos pertenecientes a ese segmento etario. Los distritos que evidencian los peores índices de mortalidad  de la clase trabajadora blanca son aquéllos en los que Trump logró su mejor performance.

 

Theda Skocpol, profesora de Gobierno y Sociología de la Universidad de Harvard, se aparta de la narrativa que enfatiza la carencia de antecedentes académicos de los votantes de Trump. De sus investigaciones resulta que su ingreso anual es de 72 mil dólares, bastante por arriba del promedio nacional de 56 mil. Los simpatizantes del candidato populista, por ende, son más bien hombres de clase media. Hombres blancos de clase media. Cuando esos hombres escuchan la promesa de Donald Trump de "Hacer grande a América otra vez", nos explica la profesora Skocpo, lo que interpretan, asocian y anhelan es la restauración de la hegemonía del varón blanco.  

Establishment Vs. Democracia

El premio nobel de economía Paul Krugman afirma que la razón por la cual Estados Unidos es un caso único entre las naciones desarrolladas es por el duro tratamiento que dispensa a los menos favorecidos y por la tolerancia que verifica para con los innecesarios sufrimientos que padecen sus ciudadanos.

 

Si el derrumbe de las Torres Gemelas sembró la semilla del miedo y la inseguridad, el del circuito financiero, a raíz de la crisis del 2008, germinó o fortaleció la sospecha de una connivencia entre élites políticas y económicas, en beneficios de sus negocios privados y en perjuicio del interés popular. La tolerancia referida por Krugman perdió la reciprocidad de la ciudadanía afectada.

 

El economista Branko Milanovic advierte sobre la disolución de los contratos mínimos de confianza social entre representados y representantes y pronostica una intensificación de tensiones en los próximos años entre un populismo excluyente, racista y autoritario contra un dispositivo partidario plutocrático que apuntará a subvertir el poder de los sectores populares.

 

Una sugestiva columna redactada por Robert Kagan, se pronunció contra el ascenso de Trump, denunciando que es el comienzo del fascismo en América. El ex asesor de George W. Bush se pone histérico y alerta que Trump constituye un fenómeno que lo trasciende y que materializa los peores temores que la democracia despertaba en Alexis de Toqueville y los antiguos griegos. Curioso: muchos gobernadores republicanos han instalado requisitos obstaculizadores para el sufragio de las minorías (negros hispanos en primer término), los sectores que más rechazan a Donald Trump.

Esas vallas que crearon, esos muros erigidos contra la participación popular, los divorció de la inmensa mayoría de los ciudadanos que pudieron salvarlos del candidato que promete barrer con el establishment de Washington. ¿Los que levantaron los muros contra el voto de las minorías se preocupan por la respuesta de las mayorías –sus blancas mayorías- y por los muros físicos que promete edificar Trump? Luego del debilitamiento/eliminación de las garantías y libertades individuales, bajo la excusa de las amenazas externas, ¿se vienen nuevos límites, pero a la democracia participativa?

La paradoja Trump

 

En el plano internacional hay que subrayar un asunto de primer orden: Donald Trump es el primer candidato en 70 años que cuestiona el sistema de alianzas norteamericano, bipartidariamente consensuado, vigente desde que Harry Truman trazara el primer diseño al finalizar la Segunda Guerra Mundial.

 

En efecto, para Trump la OTAN es una organización obsoleta, y si europeos, japoneses y surcoreanos desean contar con la ayuda defensiva estadounidense deben pagar por ella, de lo contrario adquirir y desarrollar sus propios armamentos. Aseguró que no tendría problemas en sentarse a negociar con Vladimir Putin e indirectamente desplazó uno de los objetivos medulares del despliegue global de su nación, la promoción del libre comercio, al anticipar políticas proteccionistas, como el incremento en un 45% de los aranceles a la importación de bienes chinos.

 

Sin embargo, lo que Trump propone es un repliegue de tantos frentes de conflictos abiertos, incluso su disposición a dialogar con un rival acérrimo como Putin es algo que no debería sorprender ni ser descartado de plano por gobernante alguno. Corresponde formular el interrogante: ¿un mundo con menos bases norteamericanas es necesariamente un mundo peor? Los terrorismos que golpean en todas partes y las libertades políticas cada vez más recortadas, ¿no son, en buena medida, resultados de los despliegues militaristas de los gobiernos centrales?

 

Las cualidades pluralistas y republicanas de un régimen cuentan con mayores posibilidades de prosperar cuanto menores sean las injerencias en el exterior que disparan las retaliaciones de las geografías intervenidas. Paradójicamente, la figura más agresiva discursivamente en lo que hace a la cosa pública doméstica, es la que cuenta con mayores chances de poner a salvo la narrativa liberal de Occidente, por su agenda en el orden externo.

 

¿Y si le pedimos a Donald que se proponga como ministro de relaciones exteriores de Hillary?

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Una versión de este artículo fue publicada en Europa Press.

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