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Los que mandan

El oficialismo celebró un acuerdo con empresarios para suspender despidos pero las oposiciones en Diputados insistirán con un remedio legal. Para Página12 el acuerdo puede ser hoy un juramento y mañana una traición.

Observaciones

Las representaciones sindicales/opositoras se anotaron un flor de poroto: impusieron agenda al Gobierno, que intentá por la vía del diálogo patronal lo que desacreditó como propuesta legal. Por otro lado, la firma de un documento rechazado por las representaciones obreras y suscripto por las gerencias del gran capital le pega feo al relato oficialista, relativo a una existencia desideologizada. Recordamos, un par de números atrás que para Bobbio los lugares de derecha o izquierda se definen por aquello en que hace foco una gestión. Por caso, la gestión que rechaza una propuesta cierta de las centrales sindicales y prefiere una convención incierta con los sectores empresarios se instala en un espacio de derecha, más allá de los pronunciamientos de sus dirigentes.

Sindicatos

Las tres CGT rechazan el acuerdo con la patronal y reclaman una ley antidespidos. Clarín describe una reunión previa entre sindicalistas y el Presidente: “El mayor malestar entre los gremialistas obedecía a que consideran que el anuncio llega tarde. ‘Hace dos meses le dijimos al Gobierno que tenían que hacer algo contra los despidos y se acordaron ahora, cuando el Congreso discute la ley’, sostuvo un dirigente cegetista.” En Ámbito Rubén Rabanal afirma: “Dos actores siguen en medio de la escena y con más protagonismo que antes: Sergio Massa (árbitro que puede frenar la ley en debate o garantizar su votación) y el sindicalismo convertido en una suerte de juez supremo de la situación laboral para el PJ y, por lo tanto, con poder de definir el camino que tomará cada grupo.” Los gremios universitarios declaran la huelga.

Observaciones

Es muy interesante la lectura del compañero OB en el sitio web Omixmoron. OB sugiere que existe una suerte de paréntesis de representatividad popular-obrera. En verdad, él denuncia que esta ausencia de representatividad ya existía, pero se visibilizó definitivamente con la disruptiva introducción de las dirigencias sindicales en el escenario político, concretamente (o simbólicamente en lo que hace al gran juego de los órganos “republicanos” del poder) con la exitosa instalación en la agenda pública del proyecto de ley antidespidos. Es tremenda la declaración que OB rescata de boca de un diputado radical: “Macri nos obligó a ser los diputados de las patronales”. No dice el cronista de la web que se viene un despliegue del sindicalismo en la oferta electoral del año que viene, puede suceder eso o no, en definitiva no es el hecho nuclear. Lo que destaca, lo relevante se resume en el siguiente párrafo, que cortamos y pegamos: “[el sindicalismo pone en escena] un corte vertical, los que apoyan a los de abajo vs los que apoyan a los de arriba, reacomodaron el tablero político y le jodieron la vida mucho mas que otros a CFK porque ya no puede hablar en nombre del peronismo y a Macri porque lo pone en traje de Mr Burns algo que le costó mucho disimular.” Desde aquí, apuntamos lo siguiente: el sindicalismo, como el niño despierto que no teme a la sabiduría convencional y por eso deschava al rey desnudo que se pasea lo más nabo, pone en evidencia los reales intereses en juego, los genuinos representantes de esos intereses y, de yapa, reimpone al peronismo, a sus –hoy- diversas variantes, su rol representativo de “los de abajo”. Por carencias o déficits de los restantes actores políticos, los herederos de Rucci, Tosco y Vandor asumen una tarea popular y republicana (¿qué más republicano que actuar a través de un Poder Legislativo?). 

internacionales

Medios de comunicación norteamericanos hacen autocrítica por haber subestimado el ascenso de Trump.

Observaciones

Nos interesa más la autocrítica a la que apunta el columnista conservador Michael Brendan Dougherty, redactada un par de meses atrás, en la que explica el crecimiento de Trump como consecuencia de un hecho elemental: el partido republicano hizo nada para beneficio de sus bases trabajadoras. En una muy buena entrevista realizada por el Washington Post el frustrado Doug denuncia una tontería dominante entre los republicanos, por la cual asumieron como sagrado deber la defensa de “ciertos principios económicos liberales del siglo XIX”. Este cuestionamiento, creemos, se dirige al fondo de la cuestión, la injusta distribución de recursos entre los que laburan y los que la levantan con pala. En la medida que los grandes medios de comunicación reconozcan que aportaron a la defensa de estos principios, será mucha más valida su autocrítica. Trump es un personaje secundario en la gran trama de pujas y disputas de poder e intereses que verdaderamente importa. No perdamos esto de vista.

 

10 de mayo de 2016

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