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Los que mandan

Un fallo judicial habilitó al Gobierno el uso de los datos personales contenidos en la ANSES.

Observaciones

Datos. Hay empresas e instituciones que emplean dispositivos electrónicos-digitales para conocer el estado de salud de sus trabajadores, y presionarlos con incrementos en los costos de las prestaciones si no reportan mejoras. Universidades que crean o contratan servicios que les permiten conocer, en función de los datos del pasado de los inscriptos, quiénes pueden ser mejores financistas en el futuro y quiénes revelan mayores chances de deserción. En decenas de ciudades de Estados Unidos fuerzas policiales aplican o aplicarán sistemas digitales de predicción de crímenes, que –dicen- pueden informar en tiempo real sobre los lugares y personas que merecen mayor control y vigilancia.

 

Hay quiénes celebran el mundo hiperconectado que posibilita estos controles. Otros alertan sobre las divisiones que pueden intensificarse, y sobre las alianzas entre corporaciones y dictaduras y con gobiernos democráticos con disposición panóptica. No en vano se afirma que los datos son el petróleo del siglo XXI. La decisión judicial que permite al Gobierno el uso de los datos de la ANSES merece calificada atención. Registremos eso.

Internacionales

En La Nación Hinde Pomeraniec tipea una interesante reflexión sobre las elecciones de los EEUU, a las que piensa como una metáfora de la crisis global. Entre otras cosas dice: “Los dos grandes sostenes de la cosmovisión contemporánea, la democracia y el capitalismo, hoy son puestos en cuestión en todo el mundo y las elecciones que se avecinan son la metáfora perfecta de esta crisis cuyas derivaciones aún desconocemos.” Mientras tanto, en la otra gran potencia sajona, la del Brexit, tres integrantes de un tribunal de Justicia sentenciaron que lo decidido por la mayoría ciudadana que sufragó la salida de la Unión Europea no puede ser materializado por el Poder Ejecutivo de ese país, hasta que lo decidan los legisladores que aprobaron una ley que habilitó ese sistema plebiscitario (¿se entiende?). 

Observaciones

Está bien lo que escribe Pomeranic, procura aportar un nuevo enfoque a un tema sobre-analizado. Casi todo se ha escrito sobre Donald y Hillary. Pero no estamos tan seguros de los cuestionamientos “en todo el mundo” de la democracia y el capitalismo. El capitalismo pinta que goza de muy buena salud, y es difícil pensar que en geografía alguna se esté trabajando una alternativa relevante. Uno sospecha que acciones como las de la guerrilla naxalita en India carecen de proyección global. Ni el socialismo del siglo XXI bolivariano, ni los piratas de Islandia comprometen sus partes esenciales. A tal punto ranquea el capitalismo, que sus más férreos defensores son los propios comunistas. Lo que se cuestiona, en todo caso, es la modalidad capitalista dominante desde mediados de los 70, recargada luego de la caída del Muro de Berlín: la rentista-financiera-(más recientemente)digitalizada.

 

Los cuestionadores del capitalismo vigente en las economías centrales de Occidente añoran el capitalismo benefactor de los años industriales. En los países emergentes y re-emergentes del Asia se cuestionan aspectos del capitalismo (las influencias corporativas de los clánicos chaebols en Corea del Sur, por ejemplo), pero no su existencia. Las crisis no dicen nada, porque son parte de la dinámica capitalista. En muchas partes, en mayor medida en Occidente, sí perturban las crecientes desigualdades. Esto último me lleva al otro punto: el cuestionamiento a la democracia. Esto es más debatible, pero de nuevo, pinta que el libro de quejas está atiborrado de referencias a las prácticas desnaturalizantes de la democracia, a la vez que se la reivindica bajo otro formato. Incluso los líderes autoritarios suelen imputarse una representatividad democrática mayor que los liberalismos occidentales. Este es el punto: la cuestión liberal.

 

Los elementos liberales, no sólo en los aspectos económicos sino también los políticos, están pasando un momento álgido. Aquí sí encontramos figuras que alardean de y postulan sus modelos i-liberales, también promesas públicas y políticas ciertas que repliegan la carga liberal de los regímenes más o menos democráticos. Tal vez el exponente más emblemático es Orban en Hungría, pero también está el partido de la Ley y la Justicia en Polonia, la tentación autoritaria de Trump, el malestar inglés, los recientes despliegues en Turquía, los Le Pen en Francia, y muchas otras propuestas que se multiplican y preocupan. En buena parte de Europa, el factor i-liberal se apoderó del discurso público, en Estados Unidos –parece que- no tanto. No son buenos tiempos para la tolerancia, el respeto por las minorías, las libertades individuales y de expresión, el trato a inmigrantes y refugiados políticos y económicos. No podemos saber si se trata de una ola, sí que es preocupante. Por eso disiento con Pomeraniec, y creo que el escenario más complejo y temible, uno en el que perfectamente pueden coexistir el capitalismo más intenso, las participaciones democráticamente mayoritarias y las intolerancias más despreciables. Ojo con eso.

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