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En una columna que La Nación cede a Javier González Fraga, el economista dice cosas polémicas, aptas para el debate, como la que sigue: “Un aumento sostenido del empleo y de los salarios reales es un objetivo válido pero demasiado ambicioso como para lograrlo en un par de años. Pero una fuerte inversión en calles pavimentadas e iluminadas para que entren los patrulleros y las ambulancias, cloacas y agua potable para combatir infecciones y desnutrición, viviendas y transportes modernos, escuelas y hospitales pueden producir un mejoramiento en la calidad de vida equivalente a un ingreso más alto”. También se expresa con dudas, en un asunto clave: “Es muy posible que las empresas grandes (…) estén pensando en invertir (…) También es probable que nuevos inversores extranjeros se instalen en la Argentina, ya que no hay muchos otros países más atractivos en estos momentos…” Y en medio de un párrafo final, subraya algo que nos pone en alerta: “Hoy la Argentina tiene salarios mucho más altos que los países de nuestro mismo nivel de desarrollo humano. Tenemos el mismo salario real que países como Corea del Sur e Israel, que tienen un desarrollo humano mucho más elevado.” En el mismo medio Martín Dinatale describe un escenario difícil: “Este viento en contra para países como la Argentina podría verse más agravado aún con un contagio completo de la crisis económica de Brasil ya que los inversores externos de Europa o Estados Unidos visualizarán América latina como un todo y no harán diferencias en los nuevos aires que busca mostrar Macri. Desde que el Presidente llegó a la Casa Rosada tuvo más de siete visitas de peso del mundo (…) Pero los resultados en términos de continuidad y resultados concretos de esas visitas siguen siendo exiguos.”

Observaciones

Gonzáles Fraga en La Nación propone un nuevo esquema de legitimación gubernamental, que tiene antecedentes en las experiencias de desarrollo de los países recientemente industrializados del Este Asiático. Una combinación de crecimiento económico, paulatino mejoramiento de servicios públicos y bastante represión al consumo (y a otras demandas menos materiales). De allí que Fraga proponga “cloacas sí, billetes no” (o algo así). Habrá que ver si esto puede funcionar, una cosa que muchos omiten señalar en los muy interesantes procesos de desarrollo mencionados, es que tuvieron lugar en el marco de dictaduras cruentas y prolongadas, con intervenciones estatales más que potentes a la hora de disciplinar actores económicos nacionales y extranjeros. En algunos casos, además, se operó con desconfianza al inversor foráneo. A propósito de esto, compartimos las dudas de Javier (a esta altura, nos permitimos la confianza) en relación a las inversiones extranjeras (registremos que del “muy posible” baja al sólo “probable”, sin dar nada por seguro). Eso sí, aclaramos que si no hay países atractivos, los inversores a la plata no la suelen poner en las Argentinas disponibles, por el contrario buscan refugio en activos intangibles o timbean con minerales, cereales u otras commodities. Por último, no nos queda claro -y no nos simpatiza- eso que tira al final y no desarrolla, relativo a que tenemos asalariados que ganan tanto como coreanos e israelíes, países que según Javier “tienen un desarrollo humano mucho más elevado”. Nosotros no diremos que tenemos uno de los mejores pueblos del mundo, pero tampoco nos parece que debamos recurrir a la doctrina de la autodegradación para medir poderes adquisitivos e ingresos y concluir que nuestros asalariados ganan más de lo que merecen. No es sentenciante Fraga en este sentido, pero queda sugerido, y si va a decir algo como eso debe explicarlo mejor. ¿Por qué no denuncia la existencia de empresarios mucho más dispuestos al riesgo y la inversión nacional en Corea e Israel para marcar diferencias con la parasitaria morosidad de muchos de los nuestros? También podría marcar otra diferencia, que aquí proponemos como hipótesis: en países como Corea del Sur e Israel existen economistas que estiman que la principal riqueza de sus naciones está compuesta por sus pueblos, y actúan y deciden en consecuencia. Aclaramos, es sólo una hipótesis, no sabemos si el economista Fraga la comparte. Es posible o probable que lo haga, pero nada seguro.

Columnistas

4 de mayo de 2016

Sindicatos

 

En Clarín Eduardo Van Deer Kooy es duro con el Gobierno. Imputa impericia del Presidente, falta de coordinación entre ministros e insensibilidad en al menos uno de ellos: Aranguren, de Energía, que explica los aumentos “como si estuviera en el plenario del directorio de una empresa.” También sugiere que la firme y terca posición de Macri respecto de la ley antidespidos es cosa que desalentará a los inversores extranjeros para venir al país. Agrega otra cosa, que justifica su columna en esta sección. Dice del sindicalismo: “fue (…) el que lanzó la primera bala en épocas de Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa”.

Observaciones

La elección del término balístico provoca en el lector una asociación que identifica al sindicalismo con la violencia. Esto no es inocente. Por otro lado, el columnista no advierte –no quiere advertir- que todo fenómeno social –la caída de un gobierno o un presidente, lo son- es pluricausal. Es imposible precisar una sola causa, incluso una sola primera causa. La entrega del poder por parte de Alfonsín antes de tiempo es una cuestión que respondió a muchos motivos, entre ellos, nada menor, una democracia que se estaba aprendiendo, con resabios autoritarios y antidemocráticos en muchas partes, también entre los grandes medios de comunicación, como el que contrata a Van Deer Kooy. La fuga de De la Rúa también responde a muchas causas, de ninguna manera a un sindicalismo que actuó como francotirador. Impuestazos; déficits ceros; falsos blindajes; recortes nominales; un atraso cambiario imposible pero tercamente, suicidamente sostenido; más la disparatada decisión de estatizar y racionalizar ahorros (contradicción final de un neoliberalismo llevado al extremo) fueron un eslabonamiento de sucesos que generaron un resultado difícilmente distinto. En todas estas cosas no influyó el sindicalismo, y todas estas cosas más otras que no tenemos espacio para enumerar, provocaron la renuncia de De la Rúa. No inventemos.

 

Dilma, cada vez más complicada: ahora piden que la investiguen por la corrupción en Petrobras. La presidenta brasileña augura el mejor de los éxitos…a los juegos olímpicos. En Venezuela comienzan a contar las firmas del referendum y según Clarín Maduro le quita más poderes al Parlamento. En Ámbito Marcelo Falak informa sobre el temor de Maduro a una intervención de la OEA: “hay que resaltar un hecho crucial que está a punto de cambiar todo el escenario de la política regional: Dilma Rousseff probablemente será suspendida el próximo miércoles 11 (…) Su posible reemplazo por el vicepresidente Michel Temer implicaría la pérdida definitiva del mayor escudo protector del chavismo y una posición de la diplomacia brasileña mucho más en línea con la Argentina.”

Observaciones

Nunca quedó del todo claro si el alineamiento de Cuba con la Unión Soviética fue un objetivo temprano de Fidel y sus compañeros o una decisión adoptada para asegurar la supervivencia del régimen comunista. En todo caso, dicha decisión, adoptada en el contexto de la Guerra Fría, los puso en abierta oposición con la oferta norteamericana. En la Conferencia de Punta del Este de 1962 Estados Unidos impuso (o “consensuó”) la exclusión de Cuba de la Organización de los Estados Americanos. Dicen que la postura de Brasil en esa reunión fue la de impulsar una convivencia que tolerara la existencia cubana, como en esos años Rusia lo hacía con Finlandia, siempre que los cubanos se comprometieran a no exportar su revolución. La cosa no prosperó y tuvo lugar una exclusión que se prolongó durante décadas, dañando las condiciones de vida de los cubanos e impidiendo una mejor integración latinoamericana. Pinta que Venezuela no tiene ya condiciones para exportar un modelo que está más para el aguante doméstico que para otra cosa, con lo cual uno espera que los brasileños apuesten por una solución que evite repetir medidas que demostraron ser del todo inconducentes y que refuerzan las posiciones más radicales. Veremos.

La región

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