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¿Estado Vs. Mercado?

Alternancias

Mucho más que una siesta

En Ámbito una columna lleva el título de Fin de reelecciones, en relación a la norma aprobada por la legislatura bonaerense por la cual 135 intendentes, 138 legisladores, 1097 concejales y 427 consejeros sólo podrán ser reelectos una vez.

Observaciones

“Soy hijo bastardo de la revolución —dijo—. Lo que quiere decir que soy su hijo legítimo. Las revoluciones se hacen para que los bastardos adquieran un nombre, para que los jodidos se hagan de una fortuna. Y para que los que no tuvieron padre ni madre encuentren en el remolino a su familia, y su lugar en la historia.” Eso dice Santos Rodríguez en La conspiración de la fortuna, extraordinaria novela de Héctor Aguilar Camín, que emplea la ficción para describir poco más de medio siglo de política mexicana.

Santos Rodríguez y otros personajes que disputan el poder político conocen algunas reglas, entre ellas saber de las amplias posibilidades de que en algún momento, a ellos o las facciones que representan, les toque su turno en el gobierno. Porque no hay reelección en el sistema mexicano, por ende cuando le toca a un dirigente o agrupación actúa a sabiendas de que ese ejercicio no tendrá otra oportunidad. Sus dependientes también lo saben.

En un esquema con estas características puede pensarse que actuarán con mayor responsabilidad, porque luego les toca la peor pesadilla de todo político ambicioso: “el llano”. Pero como también existen pactos de impunidad, lo que sucede es que el período de cada figura o facción es significativamente discrecional, muchas veces arbitrario y corrupto.

La constitución azteca prohíbe la reelección inmediata y no inmediata presidencial, y la inmediata para restantes cargos electivos: senadores, diputados, federales y locales, y presidentes municipales. Sin embargo, sin ánimo de ponerse uno moralista, difícilmente puede decirse que el país que está lejos de Dios y cerquita de los Estados Unidos sea un dechado de virtud republicana.

Sucede que la cuestión re-electiva es sólo un elemento dentro de un ecosistema político institucional cuya intensidad republicana, democrática y de transparencia y publicidad de los actos de gobierno depende de muchas otras cuestiones, de otros incentivos si se quiere.

No se apunta esto para expresar antipatía por la no reelección, es una decisión adoptada por un órgano representativo y se respeta. Punto. Eso sí, no purificará mecánicamente sistema alguno en el que se incorpora. Ni siquiera una revolución garantiza eso. Ellas pueden permitir que bastardos y jodidos se hagan de un nombre, una fortuna e incluso un lugar en la historia, pero no edifican necesariamente República. Tampoco lo hace la muy respetable decisión que tomó la legislatura bonaerense. Eso, nada más.

El mismo medio antes mencionado alude a la costumbre  “en las compañías con un alto nivel de actividad y competitividad” de China de hacer que los empleados duerman en la empresa para no perder tiempo.

Observaciones

Qué loco lo de los chinos, ¿no?, mucho mejor la política occidental de laburar en los tiempos que uno quiera, preferentemente desde casa, ¿no? Definitivamente no.

Heejung Chung, socióloga de la Universidad de Kent, investigó qué onda con el flexitrabajo, o sea el cumplimiento de la misión laboral en tiempos no rígidos, con libertades más o menos amplias para que el trabajador defina sus horarios. Heejung verificó, por parte de los flexilaburantes, una tendencia a trabajar más horas que las convencionalmente demandadas en un marco horario fijo y preestablecido.

Para explicar esta conducta recurre a la teoría del intercambio de regalos, por la cual los beneficiarios de la libertad concedida por el empleador buscan retribuir ese “premio” que le han brindado. Trabajan para, de algún modo, merecerlo. En otros casos, sin embargo, no es tanto una concesión, pasa que la actividad no está asociada a un tiempo determinado, porque lo que interesa es el resultado (que condiciona la paga). También, esto es más chocante, al contratar con esta especial modalidad, la patronal se libera de controles que regulan la cantidad de tiempo por la que se puede demandar servicios en un establecimiento concreto.

Conjeturo otra alternativa: el rompimiento preventivo de solidaridades. Un archipiélago de trabajadores hogareños, desconectados unos de otros, sin chances de conocerse y organizarse, tiene un atractivo innegable para los que contratan y rescinden.

Pero vuelvo a Heejung, porque agrega algo interesante. Rescatando el proyecto francés que quiere establecer el derecho de desconectarse del trabajo, para que los trabajadores no sean acosados por correos electrónicos fuera de sus espacios y horarios laborales, urgiéndoles por nuevas tareas, indica: “Tal vez, lo que necesitamos en este tiempo, son leyes que impidan a los trabajadores la explotación de sí mismos”.

En La Nación Emilio Cárdenas indica que si bien Donald Trump cambió su equipo de campaña no parece que vaya a hacer lo mismo con su estrategia: “contra lo que algunos esperaban, eligió mantener el rumbo abiertamente combativo de su campaña, profundizándolo. De alguna manera, esto supone acentuar el perfil nacionalista y proteccionista de sus argumentos y propuestas.”

Observaciones

 

Tal como ilustraron Dani Rodrik, Kevin H. O’Rourke y Michael Huberman los países centrales de Occidente de los siglos XIX y XX a la vez que predicaron e implementaron políticas de libre mercado ampliaron las funciones sociales de sus gobiernos, elevando los estándares de vida de sus ciudadanos, regulando los mercados de trabajo e intensificando las intervenciones a favor de los más vulnerables.

De esta manera, se logró consenso interno para aperturizar sus economías (y difundir globalmente un guión que no comunicó, pícaramente, estas regulaciones). Cuando fallaron en dicha compatibilización, ilustran los especialistas mencionados (en especial O’ Rourke, respecto de la tolerancia a los migrantes extranjeros), sus electorados se lo facturaron y, en algunos casos, sus democracias se rompieron.

No se apunta esto para expresar simpatía por Trump, sino para advertir que la relación entre mercado y Estado no es excluyente, al punto que Rodrik verifica una correlación positiva entre volumen estatal y apertura económica: las economías más abiertas tienen estados más grandes. Es decir, en el desarrollo de las economías de Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Suecia, entre otros, el rol del Estado fue crucial para sustentabilizar las libertades comerciales y sus democracias.

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