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Política e Imperios

El Imperio del Norte

Página12 entrevista a Noam Chomsky que analiza y reflexiona sobre Latinoamérica, Europa y el estado del Imperio Americano. El lingüista no innova demasiado y dice cosas como las que siguen: “La característica más llamativa [de las primarias estadounidenses] ha sido la fuerte oposición popular a los programas neoliberales de la generación anterior, y el declive de la democracia que ha funcionado asociada con ellos. En ambos partidos, el establishment está siendo atacado por fuerzas que resienten amargamente estas políticas, y con razón (…) la clase obrera masculina blanca que apoya a Donald Trump está cometiendo un grave error (…) Hay un desarrollo de los acontecimientos similar en Europa, por razones un tanto afines (…) los partidarios de Trump son en su mayoría blancos de clase media-baja, de la clase trabajadora, y con menor educación, gente que ha sido dejada de lado durante los años neoliberales”.

Observaciones

Theda Skocpol, profesora de Gobierno y Sociología de la muy cheta Universidad de Harvard, hace rato viene investigando el desplazamiento de las preferencias de los electores conservadores del partido republicano en Estados Unidos, en especial a partir de la aparición del Tea Party y en relación a la influencia de los hermanos Koch. Suele trabajar junto a Alexander Fernández, autor de una muy interesante investigación acerca de las nuevas estrategias materializadas por el conservadorismo del norte para debilitar al sindicalismo de su sector público.

La profesora de Harvard rechaza la creencia convencional (a la que adhiere el lingüista Chomsky) según la cual la base electoral de Donald Trump se compone de trabajadores fabriles desocupados o en estado de incertidumbre económica. Para nada, dice la profe, de hecho el ingreso/salario anual de los votantes del Donald es de 72 mil dólares, lejos del promedio nacional de 56 mil verdes. Los votantes del candidato populista, por ende, son más bien hombres de clase media. Hombres blancos de clase media. Cuando esos hombres escuchan la promesa de Donald Trump de "Hacer grande a América otra vez", nos explica la compañera Theda, lo que interpretan, asocian y anhelan es la restauración de la hegemonía del varón blanco.

Ngaire Woods, directora del Programa de Gobernanza Económica Global de la no menos cheta universidad de Oxford, acusa la existencia de un comprensible desencanto de todas las ciudadanías con sus respectivos establisments: “En el mundo desarrollado y en el mundo en desarrollo, muchos sospechan que los ricos se vuelven más ricos porque no tienen que respetar las mismas reglas que todos los demás. (…) la población prácticamente no vio que nadie haya tenido que rendir cuentas. Casi una década después de la crisis financiera global de 2008, sólo un ejecutivo de un banco fue a prisión.” Para que la democracia en todas partes no empeore su situación, como consecuencia de una desconfianza generalizada en los gobiernos, la directora de Oxford conmina a los grandes empresarios a que comiencen a pagar sus impuestos, y a los gobiernos a distanciarse de ellos.

En la misma línea que ambas, pero enfatizando la importancia socioeconómica de una desigualdad que no para de ampliarse, el economista Branko Milanovic se atreve a una profecía temible, de la que afortunadamente excluye a Latinoamérica: una intensificación de tensiones en los próximos años entre un populismo excluyente, racista y autoritario contra un dispositivo partidario plutocrático que apuntará a subvertir el poder de los sectores populares.

Habrá que ver qué sucede. Es muy difícil hacer predicciones, en especial cuando se trata del futuro. Sin embargo, estimamos que es más problemático el panorama europeo, porque el –efectivamente- corrompido esquema partidario norteamericano no impide que las tensiones se diriman hacia adentro (todavía). No es un dato menor el hecho de que sus figuras anti-establishment, Sanders y Trump, jueguen en el interior de sendos y tradicionales partidos políticos.

En Europa occidental los consensos entre social-demócratas y democristianos, o sus variantes en otros países, son tan fuertes, desde hace tanto tiempo, que no parece haber lugar para las figuras más radicales ni, por ende, para los electores afines a posturas de ese tipo. Unos y otros deben buscar otras alternativas o inventarlas. En definitiva: los europeos deben aprender a crisparse.

El Imperio del Medio

En otra nota de La Nación, del día domingo, desde el título se acusa a China de silenciar cualquier intento para recordar Tiananmen”.

Observaciones

En la nota de La Nación se destaca la exigencia norteamericana a China para que brinde “un recuento público completo” de “los muertos, detenidos y desaparecidos en la masacre cometida por el ejército en la plaza de Tiananmen, en Pekín, de la que ayer se cumplieron 27 años.” Si cada país exigiera o exigiese lo mismo o algo similar a los Estados Unidos… No insistiremos sobre este punto, el Washington Post armó una larga –aunque incompleta- lista al respecto.

Difícil, muy improbable, que China acepte ceder a demandas de cualquier tipo, mucho menos cuando, en rigor de verdad, lo que se le pide es que reconozca responsabilidad estatal por crímenes cometidos en el pasado. La “exigencia” emanada de parte de su gran contradictor global, sobra señalar, que lejos de arraigar en el interés de los damnificados forma parte de un ajedrez global en el que Norteamérica quiere visibilizarse como la mejor oferta imperial realmente existente.

Pero dejemos de lado esto, para indagar sobre el pensamiento de Xi Jinping al respecto. En este sentido, sirve un discurso ofrecido el 3 de junio del 2013, sobre “Algunos interrogantes relativos a la preservación y el desarrollo del socialismo con características chinas”. Para los que sepan chino, lo pueden encontrar, resumido, aquí. En Shushwap confiamos en la traducción al inglés que ofrece Andrew Baston.

En el pronunciamiento referido, Xi sugiere que la desintegración de la Unión Soviética en buena medida se produjo como consecuencia de la negación de Stalin, del reconocimiento público por parte de Nikita Jrushchov de los crímenes perpetrados por aquél con abuso de los recursos del estado socialista. Sucede que el Discurso Secreto del camarada Nikita habría desencadenado una crisis de legitimidad tal que nunca más pudo el régimen gobernante recuperar la confianza del pueblo ruso. Andrew cita al historiador Orlando Figes que afirma en su Historia de la Revolución Rusa: “Ese discurso lo cambió todo (…) Fue el comienzo del fin”.

Al comenzar su discurso del 3 de junio, Xi Jinping rescata una advertencia de los antiguos sabios chinos: “Cuando quieras destruir una nación, primero apunta a su historia”. Para los gobernantes chinos, el reconocimiento de los crímenes llevados a cabo por su Estado implicaría, amén de una concesión soberana inadmisible, una amenaza para la estabilidad y existencia de su régimen. Lo dicho: difícil, muy improbable que China ceda a demandas de esta naturaleza.

 

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