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Gobernar y narrar en tiempos fracturados


El profesor de Ciencia Política de la Universidad de Minnesota, Ronald R. Krebs, considera que Donald Trump no podrá determinar la política exterior de su país, por mucho que se esfuerce, como consecuencia de la degradación de la autoridad presidencial experimentada en las últimas décadas. Pretéritamente a esta “era de fractura”, explica Krebs, los presidentes podían articular una narrativa susceptible de ser adoptada como punto de referencia por la comunidad nacional. Esto último ya no se verifica como consecuencia de los cambios generados por una ciudadanía que accedió a mejores oportunidades educativas, mudó a grandes urbes y modificó roles allende el género. En definitiva, la autoridad presidencial fue impactada como otras especies comprendidas dentro de las estructuras tradicionales de autoridad. La televisión por cable primero, y luego la Internet, forman parte del combo erosionador de estructuras autoritativas tradicionales, a la vez que refuerzan las tendencias informadas por los restantes componentes.

En segundo término, destaca como nota distintiva de la política actual su proyección en un espacio trasnacional habitado por distintos públicos, cada uno con sus intereses y objetivos, que pueden converger con el de otros actores, pero no necesariamente y tal vez sólo parcialmente. Firmas multinacionales lidian, negocian y conceden a organismos no gubernamentales u organizaciones militantes, al tiempo que conflictúan y dialogan con gobiernos nacionales que deben responder en no pocos rubros a entidades internacionales. El público “se encuentra tanto dentro como fuera de las fronteras” explica el cientista social, por ende establecer una base común para el debate no es tarea sencilla para ningún ejecutivo nacional. En un mundo de autoridad fragmentada no hay lugar para presidentes con ambiciones épicas, por el contrario se contentan con crear coaliciones de conveniencia detrás de propuestas políticas específicas, raramente heroicas.

El papel de las tecnologías de la información en la construcción de las coaliciones, sostiene Krebs, es el de incentivar la máxima cautela para que las negociaciones no afecten la estabilidad gubernamental en caso de producirse filtraciones. Quedaron atrás esos tiempos en que los gobernantes podían prometer premios burocráticos o amenazar con castigos estatales, con la tranquilidad de confiar en la existencia del secreto y la confidencialidad. Wikileaks es disolvente preventivo del aceite que permite que los engranajes de una coalición cumplan “lealmente” con su función.

Observaciones

Son interesantes las notas del profesor, sin embargo carece de reflexión económica distributiva. Es difícil, en efecto, producir narrativas por parte de gobiernos que han uniformado sus políticas en las últimas décadas, con impacto socioeconómico perjudicial o nefasto para amplios sectores populares. Estos sectores tienen sobrados motivos para descreer de cualquier oferta que no se presente con tono significativamente disruptivo. Jeremy Corbyn demostró que se puede brindar una narrativa inspiradora y estatal, nacional y popular.

La trasnacionalidad de los públicos a los que debe dirigirse un gobierno nacional es asunto efectivamente complejo, en especial a la hora de propiciar un programa atractivo para la ciudadanía globalizada y, a la vez, con carácter prioritario, para los colectivos con vulnerabilidades bien arraigadas en lo local. No menos problemático es el diálogo con actores foráneos que dominan los recursos económicos nativos, cuestión que excede lo meramente narrativo.

El secretismo que verdaderamente importa es el que involucra a los mandatarios de las grandes corporaciones en las reuniones realizadas con -supuestos- representantes del interés público, para redactar los programas proteccionistas de los privilegios de esas corporaciones. En este punto, al docente de Minnesota lo distrae lo anecdótico. Por otro lado, lo que abolió Trump, fue el secretismo implícito de los rituales y de los pronunciamientos hipócritas de muchos de sus antecesores. En buena medida, es esto lo que escandaliza al establishment de su país y de otras administraciones nacionales y globales.

 

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